El artículo analiza el sistema SiO₂–Al₂O₃ y cómo su comportamiento sirve para elegir materiales refractarios, especialmente ladrillos de mullita usados en hornos de vidrio. Explica que la mullita es la fase estable del sistema y que su proporción de alúmina define la temperatura a la que aparece la primera fase líquida, algo clave para la resistencia a altas temperaturas.
Se comparan dos ladrillos, A y B, mediante análisis químico, difracción de rayos X, porosidad, densidad y microestructura. El ladrillo A presenta menor porosidad y mayor densidad, lo que indica una estructura más cerrada y estable. Ambos contienen mullita y corindón, pero la diferencia aparece en la microestructura: el ladrillo B tiene zonas con mullita pobre en alúmina, lo que reduce drásticamente su temperatura de fusion..
Además, posee mayores niveles de álcalis, que actúan como impurezas fundentes y disminuyen aún más la refractariedad.
Estos factores combinados hacen que el ladrillo B sea menos apto para trabajar en la bóveda del horno, mientras que el ladrillo A resulta más seguro y resistente bajo condiciones de operación severas.